miércoles, 14 de septiembre de 2011

Crónica del viaje a Bélgica y Holanda (agosto 2011) - Día 3

Domingo 7 de agosto (“La incertidumbre y el autoconocimiento”, narrado por el Conde de Flandes)

En resumen el día lo describiría intenso, cargado de buenas sorpresas y enriquecedor, y todo ello aderezado con un toque de incertidumbre y autoconocimiento.

Ya la apertura del día y durante el desayuno (8:30 desayuno suficiente pero previsible), se abordó el tema de la incertidumbre de Heineken.


A las 9:30 mientras el grupo se dirigía a la estación del Norte, aconteció una anécdota: debido a la dispersión del personal, la casualidad hizo que el caballero de Albacete se quedase sólo fortuitamente… o no, cual doncel con la melena varonil al aire, mientras atravesábamos la calle de las señoritas-maniquíes (pilinguis). Una de ellas no pudo evitar abalanzarse sobre el cristal, golpeándolo (un toctoc se oyó en la parte adelantada de la comitiva) para llamar la atención de éste – una oportunidad así no se presenta todos los días, pensaría ella.

Yo no sé más, iba delante y no quise indagar los detalles, que seguro hubieran sido exagerados.

A las 10:55 nos encontramos en un tren dirección a GENT-SINTPIETERS. Gante era nuestro destino.

Una vez allí y para dar un toque distinguido a la excursión, la realeza tuvo la deferencia con el que les habla de nombrarlo Conde de Flandes. Según algún comentario que escuché, parece ser, que esas verdes y frescas tierras, con lugareños fenotípicamente similares a mí, daban sentido, a la rosácea piel, a los extraños gustos y singular comportamiento que en mí observaban. Estos hechos, conjuntamente a mi constatación de lo bien que me sentía por aquellos lares, llevaron a la realeza a descubrir cuáles eran mis orígenes y decidieron nombrarme a mí y a mi “cielito” los Condes de Flandes de su reino.



Fue una grata sorpresa y un gran honor pasar al lado noble de la vida (chu-churu-churu-chuchuruchu… ).

Gante no desmereció ni un ápice y eso que el día anterior estuvimos en la bella ciudad de Brujas.

Descubrimos una ciudad muy monumental y turística, pero a la vez, limpia y cómoda para vivir, con un buen sistema de transportes y unos locales coquetos que le daban mucho encanto a la ciudad.

Antes de la comida, aparte de disfrutar de la visita en tranvía hasta el centro, se puede reseñar la visita a la Lonja de la carne (siglo XV), con techo de madera y jamones de Ganda colgados de éste. En su exterior nos llamó la atención un puesto unas originales velas en jarras de cerveza.

Disfrutamos de las vistas del exterior del castillo Gravensteen de los condes de Flandes estratégicamente situado en el centro de un canal, paseamos alrededor de la impresionante fachada de la iglesia gótica de San Nicolás (s. XII) cuyo interior todavía se encuentra en restauración (la revolución francesa la utilizó de establo).

Posteriormente visitamos la catedral gótica de San Bavón de Gante. Se puede reseñar que Carlos V fue bautizado en ella, el impresionante púlpito de mármol blanco que representa el triunfo de la verdad sobre el tiempo y el polidíptico de la adoración del cordero místico.

Después de esa intensa mañana a las 14:00 horas fuimos a parar a la terraza del restaurante Chat Noir (Gato Negro), donde paladeamos un rico Vispannetje (guiso de pescado) y conocimos las deliciosa cerveza Kuack con su divertida copa y su original asa de madera.

Para bajar la comida paseamos por los alrededores del castillo en busca de una zona denominada Patershol. Un alto lugareño con voz pausada y muy profunda nos ilustró en un perfecto español (su recientemente fallecida esposa reposa en Elche), acerca de la historia de dicha zona y de cómo los sirvientes de los condes de Flandes moraban en otros tiempos aquella área y un fraile asistía a dichas personas atravesando un pequeño puente.

Después de tomarnos un respiro en la terraza OMER continuamos con la visita a la ciudad y decidimos abordarla esta vez desde el agua. Nos adentramos en los canales con una barca guiada por un joven políglota, bohemio y muy tranquilo (como todos los que conocimos), pero muy eficiente a la vez. Nos relató en la visita guiada parte de la historia de los edificios por los que pasábamos. Merece la pena reseñar: la torre jamás concluida, el sistema de esclusas para mantener a raya el nivel de las aguas de los canales, el cañón rojo símbolo de la victoria española en Flandes y la casa con los cisnes mirando en sentido contrario que daba a entender que había pilinguis (de alto standing en este caso).

Como buenos españoles quisimos hacernos la fotico de rigor en aquel cañón que nos dió la victoria y disfrutamos con el reflejo del espejo colocado en su boca para protegerlo de la basura. Dimos cuenta de unas cuantas fotos artísticas.

A las 20:00 volvimos a hacer un alto en este caso en la cervecería “BIERHUIS” y degustamos entre otras la Koninck y la que según Lord Natio no era merecedora de la clasificación de cerveza, la cerveza de banana.

Tras algo de estrés para obtener los tickets del tranvía de vuelta a la estación (sólo aceptaban monedas de un euro) nos hicimos con ellos y alcanzamos la estación a tiempo para coger el tren de vuelta a las 21:55.

En este punto servidor, pudo constatar como la incertidumbre, comentada en el desayuno, hizo su aparición en el tren. Lo que se supone que era arriba se confundía con abajo y lo que se supone que era antes se confundía con el después. Tiempo y espacio dieron vueltas de manera que nadie puede explicar cómo yo salí después que Lola al aseo y volví antes, mientras que Lola lo hizo después, habiendo entrado antes que yo y habiendo recorrido una distancia mayor, habiendo ambos visitado el mismo baño. La prueba de la incertidumbre creada fue la cara de asombro e incomprensión que tenía el revisor cuando Lola trató de explicar que no encontraba la ubicación exacta de su ticket. Afortunadamente el agujero de gusano que se creó era circular y Lola puedo volver con nosotros. Fue una experiencia realmente sorprendente, menos para Víctor, que mostró en todo momento tranquilidad y parsimonia. Parece ser un gran conocedor de la naturaleza de los agujeros de gusano circular y estaba claro, según él, que esta vez era otro ejemplo más de ello.

Cenamos en un sitio cerca de la estación de tren a ritmo de reaggetón y la conversación debido a la intensidad del día empezó a derivar a otro tema que dió mucho de sí durante el viaje. Pedro y Raúl tuvieron una acalorada discusión psicológica acerca de lo que uno piensa o sabe acerca de sí mismo y lo que los demás piensan que uno es. Entre esas alguien comentó si realmente esto coincidía con lo que uno era en realidad. En fin, que la discusión en su máximo apogeo dio lugar a un modelo del autoconocimiento y la interacción humana. Curiosamente dos comensales que se encontraban junto a nosotros (José y Harry, oí que se llamaban) entendían español y anotaron todos los detalles de la conversación. Como tenían mano con unos editores y sabían el impacto y la importancia del modelo lo publicaron y así es como nos plagiaron. Denominaron a su modelo la ventana de Johari (http://www.mercadeo.com/59_johari.htm)

El día fue agotador y a las 12:30 caímos rendidos cada uno en su aposento.

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