sábado, 20 de octubre de 2012

Inicio de la temporada senderista 2012-2013

Ahora que está a punto de comenzar la temporada senderista 2012-2013, un pequeño homenaje al Rey, que no va a poder liderar todas las excursiones en esta rajotemporada:



(Visto en las vacaciones veraniegas por Patxilandia de Sir Peter, la Negociadora y Mati)

lunes, 28 de mayo de 2012

El Relojero y la muralla de Ki(ng)-Ko(ng)


¿A qué no sabes dónde he vuelto hoy? Donde solíamos triscar.  Pero no fue nada fácil llegar a la ermita de la Luz, donde en teoría empezaba la excursión a las 9:15. Al menos uno de los coches (en el que viajaban Victoria, Juan Ignacio y Pedro) tuvo que sortear a los amables lugareños de La Alberca que insistían en dirigirlos a la ermita del Carmen o, en su defecto, al Santuario de la Fuensanta. Total, puestos a rezar por la salvación del CB Murcia, igual da una ermita que otra, para qué ir al santuario de La Luz.

No obstante, gracias al maravilloso sentido de la orientación de Pedro ("pues será por allí... o quizás por allá"), a la memoria fotográfica de Victoria ("por aquí ya hemos pasado lo menos dos veces") y a los atinados consejos de Juan Ignacio ("esto en Cartagena no pasa, allí todas las calles son ortogonales entre sí, no como estos laberintos murcianos"), a las 9:30 pudo empezar la excursión con los ya citados más Víctor, Raúl, Miguel D, Isa, Javi R, Fran Frutos y Antonio.

La primera subida nos lleva, tras un rato de sufrimiento que reduce al mínimo la charla, al mirador desde el que se contempla toda la Huerta del Segura, donde ríe una huertana, hasta que llega a la caja de IKEA y se da cuenta de que ha perdido su tarjeta IKEA Family. Así que, como buenos benefactores que somos del mundo mundial, nos dirigimos hacia el Relojero, buscando (y encontrando) la susodicha tarjeta.





Una vez allí nos dirigimos hacia la que creíamos que era la muralla de King-Kong y que resultó ser ... ¡la muralla de Kiko! En su cumbre definimos un nuevo rajotérmino, el "factor H", que hace referencia a aquellos temas ante los que uno se queda mudo y sin palabras.




Tras una parada de avituallamiento a la sombra de unos pinos, tomando pistachos y departiendo sobre geopolítica austral (planteando, entre otras cosas, la nacionalización de Higuaín y Messi), decidimos bajar por una rambla por la que hemos visto subir casi silbando a dos tipos que a posteriori sospechamos que se trataba de dos elfos, porque desde luego la bajada no era trivial, es el récord de bajada en cuclillas (hablando en plata, bajada arrastraculos) de una rajoexcursión, por lo menos bajamos así 50 o 100 kilómetros. Hay que mencionar el aplomo y la serenidad que Fran Frutos transmitió a Antonio, evitando que acabara besando un árbol. Además, Antonio ha prometido hacer examen de conciencia y no venir a excursiones de montaña con zapatillas deportivas y pantalones de chándal de una talla superior a la suya. Que la excursión no era rajolight...

Al llegar al final de la bajada exclamamos voz en grito "¡No más resbalón!", pues, tras la misma ya sólo nos quedaba un rato de paseo por el arcén de la carretera hasta La Charca, donde la mayoría (todos, salvo Víctor, Raúl y Miguel D) a las 14:30 tomamos un P.I.C.N.I.C. con Irene, Miguel y Ana M mientras los jóvenes y treintañeros inmaduros se preparan para volver al festival indie local...

Muralla de King King - Público

Debido a problemas con el GPS no se pudo trazar la excursión.

lunes, 23 de abril de 2012

Sagra: ¡Ain't no Mountain High Enough!


Espectacular excursión con un tiempo que finalmente acompañó, aunque eso sí, le dio una nota de emoción a la ruta. Unos días antes era prácticamente imposible divisar la cumbre (http://www.almaciles.com/webcam/la-sagra.html) por la espesa capa de nubes y cuando, apenas, se dejaba entrever aparecía recubierta de una capa blanca de nieve. ¡Dilema!, que ropa me llevo. Un telefonazo, al experimentado organizador del evento, y toda duda quedó despejada: “Hay que llevarse de todo, que nunca se sabe, y menos en la Sagra”. No sé por qué pero esa retahíla me suena.


Armados hasta arriba: corto y largo, traspirable e impermeable, todo en repuesto, calcetines y botas, gorro, guantes y unas polainas por si acaso. Todos preparados salvo Jose, que aunque puntual esta vez eso sí (8:30 en punto OESTE), por algún infortunio del destino, que no quise indagar, apareció sin el equipo que, según él, dejó preparado, en no sé que coche. Esto que puede parecer un problema para el resto de la comitiva, no lo fue para el Gran Jose, que demostró, que no hay elemento que se le interponga ni montaña que no pueda cruzar (¡Ain’t no mountain High!, ¡ain’t no valley low!,.. http://www.youtube.com/watch?v=Xz-UvQYAmbg ). Era el único que, si después de la ruta nos hubiéramos ido de cañas por pleno centro de Murcia, no hubiera desentonado. Y es que con sus zapatillas Casual, su pantalón de pana, camiseta primaveral actual marcando “Marca” y sus gafas de ciudad, cualquiera lo hubiera dicho, abrió nuevas vías al grupo por la nieve, partió las sujeciones de las que, según Victor, eran las mejores polainas que había en la tienda y todo eso sin despeinarse ni necesitar protector. Vicky, el mismo Jeti, me contaron unos excursionistas que se lo encontraron, estaba acojonao de encontrarse con nuestro grupo. ¡No digo más!.
Prosigo con un poco de bitácora secuencial, que alguno se me despista. El viaje de ida se hizo en dos coches, el del organizador y los cuñaos, y el del menda con Pepe y F.Frutos. Transcurrió sin pormenores (Fran nos puso los dientes largos con sus planes), realizamos una parada para repostar y avituallar a Jose (pedazo de bocata gigante de tortilla por dos leuros); más adelante se anexa al grupo Miguel que procede de Caudete. Las engañosas indicaciones no logran despistar al avezado Victor y plantamos los coches junto a la ermita de la Santa (enclave pintoresco por sus cascadas naturales, apto para futuros planes B).


Digno de mención en nuestro ascenso es la casi total ausencia de procesionaria en los pinos. Esto se agradece ya que es una plaga que ensombrece muchas rutas. La ascensión discurrió por un lecho mojado y tierra mullida y cargada de vegetación. El camino inicial se hizo bastante bien a pesar de lo inclinado; los comentarios del tipo: “yo es que estoy 10 días sin hacer nada y eso se nota”, “yo acabo de salir convaleciente de un esguince”, “yo es que no he venido preparado”. ¡Jodíos!, pues bien que subíais…
Tres repechos, de los que se comenta, “¿pero una vez que pasemos esa cima ya hemos llegado, no?”. ¡Pues no!, aún queda otra. A partir, de la segunda loma aparece la nieve y, como siempre, uno no escarmienta. Nos hundimos hasta la rodilla (es verdad Vicky, lo juro) y nos entró nieve en las botas, cuando a Miguel se le ocurrió la gran idea: “he pensado que me voy a poner las polainas”; como somos muy gregarios y copiones, a todos nos pareció lo mejor y nos dispusimos a imitarlo, eso sí con los pies ya fresquicos.


Como suele ser habitual el grupo se estiró con Jose y Pepe a la cabeza y el resto del grupo rajando, que si, “no se les ve”, que si, “como un día pase algo”… En resumen los tramos más escarpados los superaron algunos con más gloria y otros con más pena pero, finalmente nos plantamos en el espectacular paseo por la loma que lleva hasta el punto geodésico más alto. Las vistas te dejaban sin palabras. La sierra de Cazorla aparecía como una suerte de pequeñas cimas salpicadas de nieve y la insufrible Guillimona parecía insignificante bajo nosotros. Flanqueamos el impresionante embudo (por si alguien esta interesado en subir por ahí que no se moleste en avisarme) acompañados con una abundante nieve a nuestra izquierda. El viento dejaba claro que no comeríamos junto al punto geodésico, y eso que estaba de lo más ambientado. Tras dejar huella en el libro de firmas y realizar todo tipo de monadas en las fotos empezamos el descenso.
Se hizo más difícil que la subida, en algunos puntos la nieve recién fundida formaba zonas resbaladizas. No obstante todo transcurrió sin percances. En la parada para comer pulularon los bocadillos gigantes y hasta unos sibaritas raviolis al resguardo del reservado de Victor.


La bajada se nos hizo algo larga, quizá por esos atajos que no se tomaron, quizá por esas rodillas que chirriaban, quizá, en mi caso, por las botas que me están pequeñas (41 y 1/2) y voy a vender en eBay.
Sea como fuere, llegamos enteritos y puesto que íbamos bien de tiempo nos tomamos un café y helado en la Puebla de Don Fadrique, lugar en que nos despedimos del entrañable Miguel y salimos pitando para ver a tiempo el Madrid-Barsa.


Para finalizar y cambiando de tema os dejo con una noticia de actualidad muy tierna... Qbo conoce a Qbo:
http://es.engadget.com/2011/12/29/qbo-conoce-a-qbo-una-historia-de-amor-a-primera-vista/
La Sagra - 2012. Público

Los datos estadísticos son:
Punto de partida: Desde Caravaca, tomamos la carretera C-330 /A330 en sentido Andalucía hasta llegar a La Puebla de Don Fadrique. Justo a la entrada del pueblo tomamos la carretera A-317 en dirección a Santiago de la Espada, tras un par de kilómetros por esta carretera tomamos el desvío a la izquierda GR-9100 que nos lleva en dirección a los collados de la Sagra. Tras varios kilómetros por esta carretera tomamos un desvío a la izquierda que nos lleva al área recreativa de Las Santas.

Distancia 15,5 Km
Desnivel acumulado 1150 metros
Tiempo empleado 5:10 horas de ruta
KCalorías consumidas 1200
Velocidad media 3 Km/h

El track de la ruta está disponible en el enlace http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=1617005

Y el mapa de la zona donde está la excursión así como la ruta seguida es:

domingo, 25 de marzo de 2012

Barranco del infierno. Ruta de los 6000 escalones

La jornada comienza a las 8:30 en el punto de salida Este, donde el rajogrupo parte en dos vehículos: en el primero, abriendo camino, van Victoria, Isa, Víctor y Juan Ignacio, mientras que en el segundo viajan Pepe (¿Pepe? pero, ¿Pepe vino?), Raúl y Fran Frutos.
En paralelo, desde un punto de salida desconocido para el narrador, parten Miguel Díaz y Antonio.

Durante la parte del trayecto que transcurre por autovía no hay grandes incidencias (bueno, salvo que en uno de los coches -no diremos cuál para salvaguardar la privacidad de las conversaciones- al intentar los hombres divagar sobre las posibilidades de salvación del equipo local de baloncesto, son castigados por la parte femenina con una disquisición acerca de los vestidos para las bodas, sus colores y las combinaciones con los diversos complementos).
Durante la segunda parte del trayecto, una vez abandonada la autovía, tampoco ocurrieron grandes incidencias: no terminamos cogiendo la salida del hospital porque fuéramos en sentido contrario e intentáramos recuperar el correcto, no, sino por estudiar el estado de la sanidad en la Comunidad Valenciana; no hablamos con los habitantes de los distintos pueblos por los que pasábamos para preguntar el camino, no, sino por establecer contacto con los autóctonos; no echamos pestes de la falta de señalización en las carreteras comarcales de la zona porque la necesitáramos, no, sino preocupándonos por gente menos ducha que nosotros; no llamamos en repetidas ocasiones a Miguel y a Antonio para saber como leches llegar, no, sino por darles conversación.
Como iba diciendo este humilde narrador, llegamos al bonito pueblo de Fleix sin mayores incidencias, eso sí, un buen rato después de lo previsto, aunque no sabemos muy bien por qué causa. Una vez allí, ya reunido todo el grupo, lo primero que comprobamos es que el progreso y la civilización se van abriendo camino por toda la geografía española: dicen las leyendas de los primeros tiempos rajosenderistas, cuando ya se hizo esta ruta, que no había bar en el pueblo... pues ya lo hay, circunstancia que algunos intrépidos miembros aprovecharon para visitar el excusado mientras el resto se hidrataban y alimentaban con zumos y barritas energéticas (¡¡¡ay, los del excusado, luego pagarían con creces esta osadía!!!).

La ruta comienza en un bonito lavadero. Dado el calor que hacía este día y, más aún, el que se supone se avecinaba, algunos pensamos que hubiera sido mejor traerse un bañador y meterse en el agüita antes que lanzarse barranco arriba/barranco abajo por el Vall de Laguar.
Finalmente, desistimos de la idea y comenzamos la ruta, que estaba perfectamente señalizada: “esto, ejem, si por aquí no es, anda que vaya día llevamos hoy...., mejor damos la vuelta, ¿no?”.
A todo esto, vemos que una pareja sigue nuestros pasos (guiándose de nuestro supuesto conocimiento), por lo que decidimos -pensando en ellos- hacer acto de constricción y no equivocarnos más pues, como diría Spiderman, “un gran poder, conlleva una gran responsabilidad”.

Puestos ya en ruta por el camino correcto, se establece una pequeña discusión para ver quien es el responsable de contar los escalones (¿serán realmente 6.000, como se dice por ahí?) que componen la ruta. El narrador propone, para no dejar toda la responsabilidad en una única persona, que alguien se encargue de contar los pares y otro los impares. Su propuesta no es aceptada y, al no llegar a ningún acuerdo, no se cuentan los escalones. Eso sí, ya puedo adelantar que eran muchos, pero muchos, muchos.... Las disquisiciones sobre quien es el culpable del lamentable estado de los mismos, el ingeniero que los diseñó, el contratista que los construyó o la administración que no los mantiene, solo son comprensibles bajo un sol de justicia que ya comenzaba, nada más salir, a nublar nuestro correcto entendimiento.

A diferencia de otras rutas en que la secuencia es subida-bajada, subida-bajada, … en este caso era la contraria, dado que recorríamos barrancos, no picos: bajada-subida, bajada-subida, etc...
Así, comenzamos bajando nuestros millares de escalones, incómodos por la irregularidad de estos y la climatología, pero sin sufrir un cansancio excesivo.
Pero esto -como todo lo bueno- no duró mucho, y una vez llegados al lecho de lo que en algún momento pretérito fue un caudal de agua, comenzó la primera subida, mediante una escalera zigzagueante e interminable. Aquí, el grupo se dividió en tres partes: Pepe, que desapareció literalmente él solito, el grupo de vanguardia y el de retaguardia (de momento, por necesidades narrativas, ocultaremos la membresía de cada uno de ellos; baste decir que este humilde narrador iba en el primero de los grupos). Como anécdota, comentaremos que me percaté de que Antonio no llevaba botas de montaña sino deportivos; preguntado sobre esto, el interesado le dijo “como esta excursión es light, he decidido venir con deportivos” (“bueno -pensó para sí mismo el narrador- él sabrá”)
Tras un largo rato de subida, el grupo delantero llegó a una intersección del camino, casi al lado de la cumbre, donde esperó al grupo trasero y se produjo el reagrupamiento, a excepción de Pepe, que nadie había visto desde que saliera “escopetao” al comienzo de la ruta; ya comenzábamos a dudar de si realmente había venido o nos engañaba la mente (y, si había venido, ¿había tomado el camino correcto en la bifurcación?).

Comenzamos la segunda bajada, no dejando de buscar con la mirada a Pepe (para esto, no sé por qué, achinábamos los ojos y mirábamos más allá del barranco). Incluso llegamos a preguntar a un grupo de senderistas que iban en dirección contraria si había visto un chaval con camiseta azul, con la mala suerte de que eran alemanes y nos dijeron algo que no llegamos a comprender; como justa venganza, nosotros les dijimos un improperio, acordándonos de “la Merkel”. En resumen, Pepe no aparecía por ningún sitio, y esto comenzaba ya a preocuparnos.

En la bajada, la facción femenina que, ya podemos decirlo, iba en el grupo de retaguardia, acompañada por Miguel, se percataron de que Antonio iba en deportivos y le volvieron a preguntar por el tema, a lo que este, coherente, volvía a utilizar el adjetivo “light”: el rojo de la ira se unió al rojo del esfuerzo en los rostros de Isa y Victoria (recordad lo de “light”, queridos lectores, que tendrá más importancia según avance la trama).
Esta segunda bajada, con su segunda subida, aún teniendo algún escalón, era principalmente senda por un incómodo terreno pedregoso. Solo podemos decir que la segunda subida fue, también, de mucho esfuerzo: tal vez la más corta, pero no por ello la más suave, sino todo lo contrario por la pendiente y la dificultad técnica.

En este segundo cénit hubo una nueva reagrupación y, ¡oh, milagro!, también estaba allí Pepe: no nos engañaba la mente, había venido con nosotros por la mañana. Eso sí, ya se había tomado su plato de pasta rellena así como echado una cabezadita; en fin...
Los demás comenzamos a comer nuestros bocadillos recalentados por la inclemente meteorología acompañados por la sopa primigenia en que se había convertido el líquido que contenía nuestras cantimploras, mientras una pareja que había subido por otro camino en un 4x4 se tomaba sus cervezas fresquitas, recién salidas de su nevera; para colmo, el perro que traían intentaba comerse nuestras galletas: nuestra última reserva de azúcar para acometer la última subida de la jornada, y que por tanto defendimos con ahínco.

A “uno” del grupo se le ocurrió mirar detrás de la tapia que nos daba sombra (bueno, lo diré, ese “uno” era Pepe, que como ya había comido hace tiempo, se aburría y daba paseillos por allí) para martirizarnos con el descubrimiento de lo que se veía en lontananza, lo que nos faltaba, una subida larguísima (vamos, aún más que la “Autopista hacia el cielo” de Michael Landon; Isa, tú tendrás que mirarlo en el IMDB, que no es de tu época) a la que no se le veía fin.

Con paciencia y resignación comenzamos la tercera bajada y subida, con la diferencia de que este narrador decidió incrustarse en el grupo de retaguardia con vistas a poder escribir la rajocrónica desde todos los puntos de vista.
Como hecho destacable de la bajada, cuando las fuerzas aún daban para hablar, es la bonita disertación detallada y ejemplificada de los distintos métodos de depilación permanente (laser, diodo, etc..) que existen, con sus pros y sus contras, sus precios y sus descuentos, metodología y centros de aplicación, con que las “miembras” regalaron los oídos de los “miembros”.
Volviendo a la ruta en sí, comentar que tanto bajada como subida volvían a ser, completamente, una interminable retahila de escalones. En particular, la subida fue larguísima, con diferencia la más larga de las tres. Posiblemente era la más tendida, pero entre el cansancio acumulado, la longitud de la misma y que esta ladera nos dejaba completamente expuestos al sol, se hizo a un ritmo lento, intentado extraer la últimas fuerzas que ya no nos quedaban.
Esta narrador oía gruñir sin descanso a otra de las senderistas un ruido gutural, casi inhumano, que tras mucho procesar, descubrió que era algo así como “light, mecaguenlaleche, light....” al tiempo que intentaba determinar, sin atreverse a alzar la mirada, si los pájaros que sonaban sobre sus cabezas eran cuervos o buitres.
A mitad de subida el narrador estableció una teoría (influenciado sin duda por el nombre de la ruta, “El barranco del infierno”): tuvimos un accidente de tráfico en el viaje de ida, morimos todos y esto no era sino el infierno, condenados a subir una eterna secuencia de escalones bajo un sol de mediodía; la prueba sería que, cuando hubiéramos creído terminar, no estaríamos sino en el punto de partida para volver a comenzar; ningún componente de la retaguardia juzgó disparatada esta teoría, dada nuestra experiencia actual, y solo nos arrepentimos de lo malos que tuvimos que haber sido en nuestra vida terrena para merecer tal castigo, al tiempo que nos planteábamos si habría alguna posibilidad de volvernos buenos y piadosos creyentes para revertir nuestra situación.

Pero como, pese a todo, nada es eterno (cosas de la entropía), llegamos arriba todos, donde estaba esperando el grupo de vanguardia y nos reagrupamos de nuevo para, tras una breve caminata a orilla de la carretera en ligera pendiente descendiente, llegar a Fleix (durante este trayecto estuvimos a punto de ser atropellados dos veces por sendos coches alemanes conducidos por bellas señoritas de rubia cabellera; pensamos poner de nuestra parte y dejarnos atropellar, creyendo que sería una muerte dulce, pero recordamos el posible infierno que nos esperaba y decidimos saltar en el último momento a la cuneta con gran agilidad pese a lo castigado de nuestros cuerpos).
La banda sonora de la jornada apareció de forma inesperada en en esta parte final del trayecto, cuando caminado junto a la línea discontinua de la calzada, e inspirados por la larga marcha que habíamos sufrido, todos comenzamos a silbar instintivamente esta bonita melodía usada en un conocido gag de nuestra juventud: http://www.youtube.com/watch?v=hpJrKTVFVIM

Ya en Fleix, mientras rajábamos un rato, tomamos diversas bebidas reconstituyentes, con alto contenido en azúcar y cafeína que nos permitieran, como mínimo, poder manejar los vehículos en el viaje de vuelta. En este, la distribución de los viajeros fue idéntica a la ida; de nuevo, en uno de ellos (que tampoco diré esta vez cuál era), la facción femenina intentó hacer luz de gas a la facción masculina con un listado de colores de imposible existencia: rosa palo, blanco roto, gradaciones de violeta, etc.... y no sigo porque solo de pensarlo me mareo.

Llegamos al punto de salida Este, y el narrador da por finalizada la jornada y la crónica.

Pd.: tal vez deba pedir perdón por la longitud excesiva de la rajocrónica, cercana al ladrillo, pero bueno, Proust dejó que su “narrador” se extendiera durante 7 volúmenes de muchos cientos de páginas y ha pasado a la historia por ello, ¿por que no voy a poder yo extenderme durante un par de miles de palabras -bastante menos que los seis mil escalones? ;-)

Barranco del infierno - Público - (Fotos de Víctor)
Los datos estadísticos son:
Punto de partida: Desde Ondara (Alicante), cogemos la carretera CV-731 en sentido Orba. Tras llegar a Orba cogemos la CV-718 y a los 3 Kms cogemos la 721 sentido Fleix/Benimaurell . En Fleix dejamos los coches y comenzamos la ruta.
Distancia 16 Km
Desnivel acumulado 1000 metros
Tiempo empleado 4:30 horas de ruta
KCalorías consumidas 1300
Velocidad media 3,6 Km/h

El track de la ruta está disponible en el enlace http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=2611935

Y el mapa de la zona donde está la excursión así como la ruta seguida es:


lunes, 27 de febrero de 2012

Subida a El Obispo y Revolcadores

A las 8:45 salimos en dos coches rumbo a Moratalla, en uno viajan Pepe, Fran Frutos, Mati y Pedro y en el otro Raúl, Víctor, Isa y Francisco.

Llegamos a Inazares (para el que no lo sepa, el pueblo de la Región de Murcia que tiene el cielo más limpio para la observación astronómica) donde se nos une Miguel Díaz para empezar la excursión con un tiempo muy bueno, mucho mejor que el de las semanas anteriores, dónde va a parar. Además, recorremos la ruta casi sin más excursionistas, esto no parece la M-30, como sucedió el año pasado.

Lo que sí encontramos son muchos bichos, bueno, al menos huellas de ellos (conejos, jabalíes), pues huyen despavoridos ante la llegada de gente tan bravía como nosotros. La única excepción es un perro San Bernardo de otros excursionistas, que se nos acerca corriendo, menos mal que se le ve juguetón y pacífico, o habríamos pasado un rato de miedito.

Aunque la ruta empezó con poca nieve, llegó un momento (tras la primera ascensión) en el que la mayoría pasaron a usar las polainas. El resto se las pusieron al comenzar la segunda, bueno en el caso de Francisco necesitó una mano femenina que le echara una mano (valga la rebuznancia) con su(s) cremallera(s), lo que dió origen a la canción de la excursión, cuyo estribillo dice "Las polainas / hay que ponerlas ya".

Para los no asistentes, la música suena muy parecida a la de estos clásicos frikis:

http://www.youtube.com/watch?v=7_rBidCkJxo

http://www.youtube.com/watch?v=TFtt3Tgw8VY

¿He dicho que todos se pusieron las polainas? ¡No!, un pequeño grupo de rajoterapistas (compuesto por Raúl y su sombra) se pasó la excursión des-polainado, toda una declaración de principios y tozudez. En cualquier caso, a la retaguardia le vino bien, para ir acompañados parte de la ascención y rajar en buena compañía de ausentes y presentes, como manda la tradición. La retaguardia la formaron Isa, con su capacidad respiratoria reducida por una bronquitis, y Pedro, que iba con una rodilla tocada y mucho morro.

En la vanguardia de la excursión también pasaron cosas, pero como el cronista iba donde iba no se enteró, sólo puede asegurar que ellos también rajaron de ausentes y presentes, como manda la tradición.

La retaguardia de la excursión llegó al primer pico a las 13:00 y, tras un microsegundo de descanso, todos juntos nos dirigimos al segundo pico, adonde llegamos 15 o 20 minutos más tarde, con el tiempo justo para echar dos fotos y avisar a los del restaurante de que íbamos a llegar media hora tarde antes de iniciar la vuelta a los coches.

Durante la bajada hubo un rato en el que Pedro e Isa se despistaron y se separaron un poco del grupo. No entramos en detalles de lo que allí ocurrió por pudor. Baste decir que Isa acabó con la mano en un espino (como no vino Irene, no sabemos el nombre científico, pero en inglés se dice hawtorn. Toma ya). Isa, al menos no acabaste con las posaderas (bonito término) posadas en el barro del sendero, como le aconteció a Mati. ¡Huy, lo que se me ha escapado!

Hacia las 15:30 llegamos al restaurante "El Nogal", donde nos dimos el merecido rajohomenaje antes de volver a casa.

Revolcadores - Público - (Fotos de Víctor)



Los datos estadísticos son:
Punto de partida: Desde Caravaca, cogemos la carretera C-330 en sentido Andalucía. Tras unos 25 kilómetros por esta carretera tomamos el desvío a la derecha que nos lleva a la aldea de Inazares. Es ahí donde comienza la ruta .
Distancia 15 Km
Desnivel acumulado 900 metros
Tiempo empleado 5:00 horas de ruta
KCalorías consumidas 1200
Velocidad media 3 Km/h

El track de la ruta está disponible en el enlace http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=1433073

Y el mapa de la zona donde está la excursión así como la ruta seguida es:



miércoles, 18 de enero de 2012

Subida al Alto de la Martina

A las 8:30 quedamos en el punto de salida Este (no en el Otro) un grupillo que, en dos coches (bólido azul: Irene, Miguel, Isa, Fran Frutos, Pedro ; bólido negro: Víctor, Raúl, Jose y Antonio) se dirige raudo y veloz a Jijona,
con el pequeño inconveniente
de llevar todo el camino
el sol de frente...

Un par de horas después iniciamos el paseo desde las afueras de Jijona, donde vemos parte de su fauna autóctona: El Lobo ("¡qué gran turrón!"), los perros guardianes de parcelas y los simpáticos y pacientes burritos jijonenses. El día se presenta soleado aunque ventoso y, ante las capas de ropa que nos recubren, alguien recuerda el consejo de un rajoterapista de los que no se vienen a la excursión, "¡Abrigaos!".

Una vez abandonadas las afueras de la ciudad del turrón, nos percatamos de que ni llevamos mapa ni el GPS tiene memoria disponible para grabar la ruta, pero alea jacta est!, nos sobreponemos a la adversidad y, entre las indicaciones del GPS, lo bien señalizadas que están las rutas en Alicante (aunque todos los letreros en todas las direcciones dirán CV-112) y los recuerdos del macho alfa de la expedición (Víctor, se entiende) realizamos la ruta sin perdernos. Casi.

La ruta propiamente campestre la iniciamos en un merendero, en el que reservamos para las 14:30 su única mesa disponible a tres amables gladiadores que nos salen al encuentro. Aquí es donde la ruta empieza a adquirir el seudónimo Lou Reed Route, mientras alguien (Mmm... Mejor no decir quién) bebe de una fuente Marcada coMo no apta para el consuMo huMano, los deMás cantaMos "Take a walk on the wild side".

A continuación pasamos por el cauce seco de un río para iniciar enseguida la ascensión, durante la cual Irene nos instruye mostrándonos enebros, unas leguminosas de cuyo nombre no logro acordarme y otras variedades de matas que no reproduzco por no abrumar con mi memoria enciclopédica. Queda claro que puella amat rosam.

A eso de las 13:00, tras un trecho de empinado monteatravesismo, llegamos a la cabaña forestal que marca el final de la ascensión, donde tomamos un almuerzo con té incluido. Isa nos informa del importe de las multas por hacer botelleo y por orinar en la calle y Antonio nos cuenta una curiosa anécdota en la que se demuestra que un cuerpo de seguridad del Estado que te mire con mal ojo puede considerar que una muleta es un arma de aporreamiento masivo. Y los demás seguimos cantando "tu turu turu tu tururu turu turu..."

Un guarda forestal nos indica el camino de bajada, advirtiéndonos de que hay cazadores de montería en el primer kilómetro, que vayamos con cuidado y no nos salgamos del sendero. Así que, durante ese primer kilómetro, volvemos a cantar el "tu turu turu tu tururu turu turu..." alternándolo con ruidos de animales exóticos (urogallos, elefantes, marsupilamis, etcétera) para que los cazadores, de los que no dejamos de oír sus tiros de postas, no nos confundan con perdices ni codornices.

Una vez pasado el miedito de los cazadores, nos espera un último susto, en una estrecha senda que nos obliga a ir de uno en uno, a la altura del "árbol maldito" aparecen escopetados (quiero decir muy rápidos) un grupo de ciclistas haciendo trial, que frenan a tiempo y no nos llevan por delante (lo que sería muy triste, porque en esta excursión Antonio no se ha caído, sería una pena que sus progresos en el mundo del equilibrio no se vieran reforzados por una experiencia positiva). Nos explican que llaman a un árbol "el árbol maldito" porque uno de ellos tropezó en una rama que sobresale y la combinación de las leyes de acción-reacción y de la gravitación universal se aliaron para conseguir que percutiera en el suelo, afortunadamente sin mayores consecuencias (bueno, el hecho de que siga pasando por el mismo sitio me hace sospechar que alguna afección en el cerebro sí tuvo, pero dejémoslo correr. Mejor dicho, dejémoslo pedalear).

Y cuando por fin creíamos que llegábamos tranquilamente al lugar de la comida, Irene, Isa y Pedro se despistan y en un desvío recorren una ruta paralela por la parte superior del cauce seco previamente citado. Justo cuando las aviesas intenciones de Pedro de organizar un trío Pascu-style estaban a punto de cumplirse, divisaron a Fran Frutos en el lecho (del río) y el macho beta tuvo que disimular, hacer como que se había despistado y guiar al grupito de rezagados por la ruta correcta.

Algo extraño pasó con nuestra reserva, quizás los gladiadores no entendieron nuestro latín-panocho o simplemente que hay mucho avispado. El caso es que al llegar a la mesa, estaba ocupada y tuvimos que sentarnos en un banco lateral entre avispas.

Y poco más, de vuelta a los coches nos perdimos un poquitín nada más y antes de volver a Murcia le hicimos unas fotos a un belén tamaño natural que tienen en Jijona, logrando por los pelos contener a alguieM que quería saltar la vallaM y hacerse una fotoM con los tres Reyes Magos.

Alto de la Martina - Jijona. Fotos de Isa (Público)

Al ver el belén, a Raúl le da nostalgia de su Belencica y retornamos al hogar, no sin antes tomarnos un café en "Oro negro", la única cafetería que encontramos abierta, en la que los conductores optan por un manchado y una cerveza sin alcohol, para que se note que no todo hoy es ir por el lado salvaje de la vida ( "tu turu turu tu tururu turu turu..."). Una vez más.
con el pequeño inconveniente
de llevar todo el camino
el sol de frente...

Debido a "problemas informáticos" no dispusimos de GPS ni por supuesto, de los datos que éste nos proporciona por lo que os remitimos al enlace de wikiloc de donde hemos obtenido la excursión. http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=221353
y al GPS tradicional mostrado en la fotografía

lunes, 9 de enero de 2012

Tres truhanes y ningún señor

Aprovechando la reciente visita de nuestro fichaje de los Cárpatos, una vez más The Flota Boys and the Transilvannia Connection han deleitado los oídos de su selecto público con otro nuevo éxito musical. He aquí la letra, que incluye las modificaciones sugeridas tras la primera audición:

Ésta es la historia de tres grandes artistas,
que llenan con sus canciones todas las pistas.
Nos gustan las mujeres y a ella el vino
y si hay algo que olvidar, yo bebo y olvido.

Canciones muy famosas ellos ya compusieron
pero mucho buitre hay que se las cogieron.
Sus himnos los tararea el mundo entero
merengue, reggae, pop ¡y hasta algún bolero!

Y es que él,
ama a la Suzie y ama al amor.
Es conde Flandes, ¡oh, sí señor!
algo ciclista y soñado-o-or.

Y es que él,
ama a la vida y ama al amor.
Es todo un Sir, ¡oh, sí señor!
algo moruno y soñado-o-or.

Y con esta estrofa ya se acaba la historia
de este grupo que escuchan hasta en Soria.
Nos gustan las mujeres y a ella el vino
y si hay algo que olvidar, yo bebo y olvido.

Y es que ella,
ama a los galos, ¡ay, sí señor!
La buena vida y el no parar,
el no parar de bosteza-a-ar.

Lamentamos que nuestro departamento legal tenga que volver a ponerse con ciertos advenedizos que ya han editado su vulgar plagio de nuestra canción. Nos referimos al hijo de Papuchi, al padre de Enrique Iglesias y a un trío mudo catalán que nos ha plagiado la coreografía.