sábado, 9 de agosto de 2014

Excursión en kayak por el Portús

El pasado 26 de julio (festividad de San Joaquín y Santa Ana) a las 7:45 de la mañana quedamos Victoria, Mati, Irene, Miguel, Pepe, Fran y Pedro en la puerta principal de Eroski Infante, algunos rajoamiguitos tienen problemas de orientación espacial y consideran que una puerta lateral del centro comercial es la puerta principal, por lo que tardamos unos minutos en localizarnos los unos a los otros.

Una vez resuelto este malentendido nos ponemos en marcha, llegando a las 9:00 a nuestro destino, el Portús. En este momento comprendemos por qué no ha venido la Marquesita, no es que esté estudiando, es que tenía claro que, pese a la similitud fonética, el camping nudista del Portús no tiene la misma categoría y caché que Puerto Banús.

Antes de partir para la cala Aguilar recibimos una pequeña clase, en la que nos explican los músculos implicados en la maniobra de paleo, músculos rarunos que ninguno sabemos localizar, en teniendo bíceps para qué preocuparse por hacer las cosas bien, lo peor que puede pasar es que mañana estemos destrozados...

Nos agrupamos en 4 parejas, aplicando un sofisticado algoritmo que tiene en cuenta la altura, peso y vínculo sentimental de las posibles parejas (algo así como el programa del amigo invisible de Juan Ignacio pero para cosas serias). El algoritmo genera las siguiente parejas: Miguel e Irene, Mati y Pedro, Victoria y Pepe y por último Fran consigo mismo, es lo que tiene ser el experto del grupo.

Una vez en la mar (expresión poética donde las haya) comienza una carrera de una hora con dos metas volantes (también conocidas como "la parada del marinero joputa") a las que el kayak de Mati y Pedro llega rezagado. Pero, como bien indica Mati, esto no es como comienza sino como acaba, en la meta final, refinitiva y chachi-piruli la motivación que infunde Mati hace que Pedro saque fuerzas de flaqueza (nunca mejor dicho) y logran ser rajosubcampeones (después de la canoa de Pepe y Pepe, digo Pepe y Victoria), y ya se sabe que subcampeón es más que campeón (Faemino y Cansado lo explicaban muy bien).

En la cala (acondicionada con un bendito sombrajo) subimos una pequeña cuesta para llegar a la entrada de la cueva de Neptuno. Para esta subida (y la posterior bajada a la cueva) la organización indica en la web que hay que llevar deportivos o calzado cerrado, pero a Irene y Victoria esto les parece demasiado sencillo y hacen la rajoexcursión con unas sandalias monísimas ambas las dos.

En cuanto a la bajada a la cueva, tras un breve recorrido enganchados a una cuerda de seguridad, descendemos en tirolina unos 5 metros. La monitora, al ver la cara de Pedro cuando está llegando al final del trayecto, le pregunta si le pasa algo, a lo que Pedro responde confesando que ha sido su primera vez y que hubiera preferido que hubiera sido menos rápido y con algo más de cariño. Pero bueno, es lo que hay.

En la cueva nos bañamos en un pequeño sifón que conecta con el mar por un túnel, un rato refrescante (a fe mía que lo era) para tomar fuerzas antes de subir escalando a a la entrada de la gruta (con cuerda de seguridad, eso sí).

El resto del tiempo, hasta la hora de la vuelta, hacemos lo que la gente normal hace en las playas, bañarse, comer, sestear, esas cosas. A nuestro lado hay un grupo de despedida de soltero que han perdido un miembro (quiero decir, un compañero) en la subida a la cueva, se ha abierto una brecha en la cabeza y se lo han llevado a Urgencias a que le pusieran puntos. Curiosamente (o quizás no tanto) sus compañeros han seguido de fiesta en vez de volverse con el escalabrao cuando han salido de la cueva.

A eso de las 17:00 comenzamos la vuelta para estar en el campamento base sobre las 18:00. Hay un poco de mar de fondo, así que nos dejamos de competiciones y habaneras y enfilamos directamente al puerto.

Antes de volver a casa, tomamos un tentempié en un bar de carretera para comentar la jugada y planear nuevas rajoaventuras.

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