miércoles, 19 de agosto de 2009

Crónica del primer viaje a Rumanía de RajoTerapia - Agosto 2009

Domingo, 2 de agosto
A las 9:00 de la mañana quedamos en la estación Murcia del Carmen Víctor, Lola, Pepe, Javi, Pascu, Ignacio, Rafi y Pedro. El tren sale a las 9:36 y nos deja en Chamartín a las 14:15. Tras comer en un buffet de la estación nos vamos a la T4, donde a las 18:55 cogemos el vuelo que nos lleva a Bucarest, adonde llegamos a las 23:15 hora local (tres horas de viaje más una hora de diferencia horaria respecto al horario CET).

En el aeropuerto nos esperan Ana y Cristina y tomamos un refresco mientras llegan Noemi y Soraya en su vuelo.

Una vez todos juntos, nos dirigimos al Hotel Prince Residence en taxi, con su portada seudo-clásica y sus lucecitas rojas ligeramente sospechosas...

En el trayecto algunos echamos de menos nuestra medallita de San Cristóbal, los taxistas viajan en plan kamikaze, a unos 130 Km/h o así. Eso sí, el trayecto no es caro (unos 80 lei, 4 lei equivalen aproximadamente a 1 euro).

Lunes, 3 de agosto
Dedicamos la jornada a visitar Bucarest con unas temperaturas que alcanzan los 37ºC. Por la mañana vemos el Parlamento, el segundo edificio más grande del mundo después del Pentágono y el que más ventanas tiene, y a mediodía comemos en el Pizza Hut de la etapa universitaria de Ana (¡¡¡tienen Mirinda!!!). Conocemos las cervezas Ursus, grandes amigas que nos acompañarán durante todo el viaje, tanto las rubias como las morenas, digo negras.

Por la tarde vamos al Hobby Caffe, un agradable local que ha montado una amiga de Ana, y luego visitamos el monumento de la Victoria (que rebautizamos "El pincho de croqueta"), el Teatro Nacional y el casco histórico, donde tomamos un refresco con Cristina y sus amigas.


Cenamos en un restaurante típico de Bucarest, donde probamos algunos platos típicos de la gastronomía rumana y disfrutamos de música en directo. Al enterarse de que somos españoles, los músicos despliegan su repertorio hispano, hasta tocan un pasodoble en el que Pedro se empeña en pisarle los pies a Ana. Sólo echamos en falta "La cucaracha", pero ya llegará...

Cerramos el día con una copa en una terraza, llegando al hotel hacia las 3. Marcha rumana, aunque sin Cristiana.

Martes, 4 de agosto
Por la mañana recogemos los coches que usaremos para movernos por Transilvania, en el Renault Megane, conducido por Pascu, viajarán Pepe, Noemi y Soraya (que lucharán todo el viaje para no ser nominadas, sobre todo Noemi, que se muestra un poco rebelde ante las normas de conducción que, en su justo criterio, impone Pascu) y en el Hyundai H1, conducido por Víctor, los demás.

Viajamos hasta Vila Bran, un bonito complejo residencial de cabañas de madera, donde nos alojaremos varios días. El trayecto les sirve a Víctor y Pascu para hacerse con la temeraria conducción rumana (¡esos adelantamientos en línea continua con un camión en el otro carril!).

La cena en Vila Bran está acompañada de una tormenta mientras el castillo Bran se oculta tras la niebla. Si no es un espectáculo preparado para los turistas, debería serlo...


Tras la cena, unos cuantos elegidos por su sabiduría y buen hacer (Ignacio, Pascu, Pepe, Ana y Noemi) participan en un espectáculo medieval en el que Pascu se gana el título de Puchelot.

Cerramos la jornada con una guitarrista folk cantando con su guitarra a la luz de una hoguera mientras tomamos vino caliente con canela. La última canción es la versión rumana de "Un elefante se columpiaba en la tela de un araña..."

Miércoles, 5 de agosto
Desayunamos (con Cristina y Alina, que nos acompañarán buena parte del viaje) en un pueblo de montaña que en invierno es estación de esquí.

Tras el desayuno rumano (tortilla, embutido, ...) nos dirigimos a... ejem... llamémosle la edificación Peles, con su pasadizo secreto entre la biblioteca y el dormitorio (para que luego digan que las bibliotecas no sirven pá ná). Tras esta visita, vemos el monasterio ortodoxo de Syldavia digo Siania y subimos hasta la cota 1.400, con intención de subir a la cota 2.000 en funicular. Degraciadamente (aunque los rajoterapeutas con vértigo no piensan lo mismo) llegamos cuando el funicular acaba de cerrar, así que para consolarnos nos vamos a cenar a una taberna serbia, donde bebemos nuestras ya clásicas cervezas Ursus de medio litro (los únicos osos que veremos en el viaje).


Jueves, 6 de agosto
En el pueblo de Bran tomamos un desayuno chill-out, café (o chocolate...) en una terraza y repostería de una pequeña confitería, antes de visitar el castillo Bran con una guía muy maja, una chiquilla llamada Alina de sospechosos colmillos... El marqués de Nonduermas (antes conocido como Pepe) posa en el castillo con la naturalidad que su título nobiliario le otorga.

Tras el castillo y una sesión de compras en un mercadillo medieval, nos dirigimos a Brasov, la segunda ciudad del país. Al llegar (y tras la ardua tarea de conseguir monedas para el aparcamiento), otro homenaje gastronómico en otra taberna serbia, con la ya clásica amabilidad del servicio por esta zona.

Tras la comida-merienda-cena (la única del viaje que supera la media de 10 euros por cabeza), damos un paseo por Brasov cantando bajo la lluvia. El más o menos continuo chaparrón nos impide disfrutar de la ciudad tanto como hubiéramos querido, al menos vemos sus calles peatonales y el exterior de un par de iglesias.


De vuelta a Bran, las precisas indicaciones sobre la ruta de Lord Natio (media naranja de Lady Rafi) le hacen merecedor del sobrenombre de "GPNatio".

Viernes, 7 de agosto
Para dar un reposo a los estómagos, tomamos un desayuno español antes de ir a Sighisoara, ciudad fundada por los sajones y en la que los textos turísticos están, por este orden, en alemán, rumano y húngaro. Javi sugiere que tomemos algo de fruta.

Al llegar a Sighisoara está lloviendo y, para no revolcarnos en el barrizal en el que se convierten sus calles, visitamos una iglesia luterana y la Torre del Reloj (con sus figuritas que se mueven al dar las horas).


A mediodía sale el sol y tomamos un pic-nic en un jardín con lo comprado anoche en un hipermercado (en el que a Lola le pitó el bolso vacío al salir). Hay poco vegetal y Javi echa de menos la fruta. Ya con sol, que las ciudades mejoran mucho, damos un paseo por la muralla, el túnel de madera y el cementerio alemán.

Tras tomar un refresco, volvemos a Bran. Paramos de nuevo en un supermercado terrorífico: A Lola le vuelve a pitar el bolso vacío, en el hilo musical se escucha a Julio Iglesias y su retoño Enrique, la niebla envuelve la luna llena... El supermercado se llama Wolf ¡¡¡AUUUUU!!!!

Javi logra cenar sandía.

Sábado, 8 de agosto
Tras otro desayuno español (con leche fermentada y mermelada de guindas, para hacerlo medio rumano), abandonamos Vila Bran y su bonita cuesta de subida a nuestras habitaciones para dirigirnos al lago Bâlea, un precioso lago glaciar situado a 2.000 m al que llegamos tras recorrer un "Scalextric" que transcurre entre bellos bosques de abetos y robles y espectaculares cascadas.


Allí tomamos un pic-nic y un café antes de dirigirnos a Sibiu, donde nos alojamos en la pensión Coroana de aur, donde nos esperan Cristina y Alina, que siguen sin querer cantar "La cucaracha". Tras un rato de descanso, nos vamos a pasear por esta bella ciudad con un casco antiguo peatonalizado muy agradable y cenamos en la terraza de una pizzería.

Domingo, 9 de agosto
El día amanece con lluvia, que al rato cesa. Menos mal, así podemos lucir las camisetas RT...

Por la mañana visitamos la iglesia luterana, la ortodoxa (donde vemos un bautizo), la católica, la muralla, la plaza Grande y la plaza Chica así como el puente de la Mentira. Comemos en un restaurante típico situado en un sótano (similar a "La Abadía" de Toledo) y por la tarde visitamos Astra, un museo etnológico al aire libre en el que asistimos a una actuación folklórica.



Tras cenar en una pizzería, la mayoría nos volvemos al hotel y Pascu y Pepe se van de marcha: toman algo en el bar del piano, dan una vuelta, vuelven al bar del piano, dan otra vuelta, vuelven al bar del piano, ...

Lunes, 10 de agosto
De vuelta a Bucarest, paramos en el monasterio Cozia (un monasterio ortodoxo del siglo XIV situado a la orilla del río Olt) y paramos en el McDonald's de Pitesti a comer, en este viaje se prueba de tó. Aprovechamos el final del viaje, para acabar la canción del viaje (que será convenientemente difundida en este blog en un futuro próximo). Para ello "The Flota Boys and the Transilvannia Connection" se han convertido en los "Hyundai Brothers All Stars Band".


Llegamos al hotel Confort Otopeni y, al estar tan cerca del aeropuerto, decidimos dejar ya mismo los coches, tras 1.228,7 Km de risas y juerga. Cenamos con Cristina en el restaurante del hotel, tomamos el último papanas, y nos despedimos de nuestras anfitrionas y de las vallisoletanas.

Martes, 11 de agosto
Eterna (o casi) vuelta a casa: A las 7:00 nos recoge un minibús en el hotel del aeropuerto, a las 9:00 cogemos el vuelo que llega a las 12:00 a Madrid (hora local) sin el asa de la maleta de Javi. Comemos un bocata de calamares y hacemos tiempo en El Retiro hasta las 19:00, en que cogemos el tren que nos deja en Murcia a las 23:30. Está lloviendo.

1 comentario:

Pepe Molina dijo...

Gracias P, por tus crónicas...
El viaje ha merecido la pena... ya sabéis que yo siempre me voy quejando de todo... pero me ha quedado un "buen sabor de boca".
Bueno... faltó que Pascu me sacara más de marcha... pero eso de superar los 30...