martes, 30 de junio de 2015

Excursión por la sierra de Caudete

El 23 de mayo, en una jornada reflexiva, un grupo de rajoterapistas (nombres en clave, "Isoflavona", "Omega-1", "Omega-2" y "Omega-3") quedó muy temprano, casi al amanecer para dirigirse a Caudete a realizar una excursión varias veces pospuesta.

Pasaron el viaje cantando eso de "Los Omega-3 van pá Caudete, van pá Caudete", con lo que el viaje se les hizo corto, y poco después de las 10:00 estaban con Anfitrión e iniciaron una ruta que, 3 horas más tarde, les llevaría hasta una barbacoa en compañía de Anfitriona, Anfitrión Junior, Anfitriona Junior y Anfitrión Baby.

Pero para ganarse semejante premio antes tuvieron que superar tres pruebas:
  • La primera. encontrar un toro y unos anteojos en el monte. Lo del toro fue fácil, Omega-3 llevaba una camiseta roja, lo que facilitó que el bovino macho los localizara. Más complicado fue encontrar los anteojos, hasta que el proverbial despiste de Omega-2 hizo que pisara un cristal y ¡voilá!, allí estaban los anteojos (rotos, pero nadie había pedido encontrarlos intactos).
  • La segunda, realizar una romería hasta la ermita de Santa Bárbara. Aquí fue Omega-1 (especialista en localizar capillas, ermitas, iglesias, catedrales y cualquier otro edificio religioso) el que localizó la edificación a base de seguir el rastro de las partículas microscópicas de incienso que encontró en la subida.
  • La tercera y más complicada fue obtener la proporción entre el radio y la circunferencia de los distintos molinos de viento que jalonaban la cuerda del monte. Aquí Isoflavona y Anfitrión realizaron complicados cálculos de los que dedujeron que esta proporción es constante para todos los molinos de viento y equivale aproximadamente a:



Una vez superadas las pruebas e ingerida la barbacoa, fueron todos a Caudete a ver a Anfitrión Junior ganar su cinturón naranja de taekwondo (lo que provocó un momento de nostalgia a Omega-1) y dieron un paseo por un tramo del Camino de Santiago que pasa por el pueblo. En el mismo vieron una serie de mensajes escritos en el suelo, con los que alguien declaraba su amor a su churri mientras la encaminaba a la iglesia.

Para que luego digan que no quedan románticos.